viernes, 21 de agosto de 2009

REFLEXIONES ESTÚPIDAS PARA LOS RATOS DE OCIO

He aquí mi manera de ver al mundo:
Las palabras resuelven y disuelven, todo lo complican y todo lo salvan. Pero dependemos de esas mismas palabras, constructivas y destructivas, para comunicarnos con el resto, con esa vida que nos rodea y que va desapareciendo con cada segundo que pasa. Si alguna mano mágica nos colocó inexplicablemente en un espacio, rodeados de gente, para disfrutar de todo lo que existe ¿por qué enredarnos y perder el tiempo juzgando, criticando, malinterpretando? ¿No podemos ser buenos, irresponsables, despreocupados? ¿No podemos deleitarnos con nuestros cuerpos, con los atardeceres, con las conversaciones fructíferas, con una cerveza bien fría, con un cigarrillo a medias, con una película sin subtítulos, con un saludo que nos devuelve el espejo? ¿No podemos, acaso, ser amigos incondicionales? De esos que escuchan sin emitir palabra, de esos que te dan un abrazo en una tarde lluviosa, de esos que te recogen cuando te pasas de tragos y te toman una foto para burlarse de tu cara destruida al día siguiente. De esos que te prestan dinero y cuando necesitan también piden prestado. De esos que te llaman por tu cumpleaños justo a la medianoche para ser el primero en felicitarte. De esos que van contigo al cine para que no vayas solo o te acompañan a un concierto porque va a sonar una canción específica que se parece a ti. De esos con los que puedes hablar pestes de la gente durante horas sabiendo que eso no afectará a nadie. De esos que se quejan contigo del alto costo de la vida o de lo loco que está el clima. De esos que te aceptan tal como eres, incluso cuando dices algo inapropiado. De esos que no se espantan cuando tienes una reacción absurda.
Suena fácil, se lee fácil. Y no es nada fácil. Abres la boca y los demás te ven como una amenaza. Tienes un gesto o haces un favor, y los demás creen que buscas algo a cambio. Quieres planear una velada cualquiera, de esas agradables para olvidarte del resto del mundo, y creen que andas colocando grilletes y botando la llave.
¿Uno no puede ser, simplemente, uno mismo? Sin que eso signifique convertirse en un problema para el resto… ¿Cuándo dejaré de ser un bicho raro? ¿Cuándo dejaré de sentirme culpable por ser como soy? ¿Cuándo dejaremos de ser tan complicados?